miércoles, 18 de marzo de 2009

La muerte es la medida de todas las cosas.

Bueno, en una primera instancia yo pretendía poner una cita acerca de algo que leí hace mucho y que llamó mi atención. Trataba acerca de cómo la humanidad ha ido evadiendo a la muerte con el largo de los años, más notoriamente en la era moderna. Si se fijan el tema está bastante relacionado con la cita de Cristhian. Lamentablemente nunca recordé dónde leí aquello y pues no pude compartirlo en esta ocasión.
Mi segunda opción fue citar un párrafo de Réquiem por un suicida de René Avilés Fabila (Nueva Imagen, 2004):
"El conferenciante (yo) llega a la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Vestido con elegancia, saca sus cuartillas y lee con propiedad. Tema: el suicidio. Lo apoya con vehemencia. El público escucha desconcertado y con atención. Al concluir la lectura, el hombre sonríe satisfecho, saca un magnífico revólver 38 y lo dispara en su sien. La gente aplaude entusiasmada y promete, mientras la Cruz Roja se lleva el cuerpo del riguroso disertante, no dejar de asistir a este tipo de pláticas emotivas por su capacidad para fusionar teoría y práctica" (pág. 41).
Esta fue mi segunda opción pero no me agradó tanto porque siento que no invita a la reflexión, sino más a la risa e ironía, pero hasta ahí; pues más que cita de novela, el párrafo este bien podría pasar por minificción autosuficiente por sí sola.
Entonces me decidí por citar a José Saramago en Las intermitencias de la muerte (Punto de Lectura, 2007). Esta novela narra la situación de un país en el cual la muerte deja de hacer su trabajo. En lo que cito a continuación, un grupo de religiosos, filósofos y políticos se han reunido para tratar de llegar a un acuerdo de cómo manejar la crisis.
"...Las religiones, todas, por más vueltas que le demos, no tienen otra justificación para existir que no sea la muerte, la necesitan como pan para la boca. Los delegados de las religiones no se tomaron la molestia de protestar. Al contrario, uno de ellos, reputado integrante del sector católico, dijo, Tiene razón, señor filósofo, justo para eso existimos, para que las personas se pasen toda la vida con el miedo colgado al cuello y, cuando les llegue su hora, acojan la muerte como una liberación, El paraíso, Paraíso o infierno, o cosa ninguna, lo que pase después de la muerte nos importa mucho menos de lo que generalmente se cree, la religión, señor filósofo, es un asunto de la tierra, no tiene nada que ver con el cielo, No es eso lo que nos han habituado a oír, Algo tendríamos que decir para hacer atractiva la mercancía, Eso quiere decir que en realidad no creen en la vida eterna, Hacemos como que sí." (pág. 42 y 43).
Para los que se pierden con la lectura de esta cita, José Saramago acostumbra introducir los diálogos de sus personajes con sólo una coma y una mayúscula, no más, no comillas, no guiones, no nada.
Pues a ver qué les parece. En la realidad muchas cosas están regidas por la muerte y su posible advenimiento a nuestra persona. Uno sentiría que nunca convive con ella, que no visitamos cementerios, que no hemos visto un cuerpo, pero no es necesario, la muerte ya domina nuestras vidas.

2 comentarios:

  1. Coincido contigo... la muerte domina nuestras vidas (bueno, también el sexo. Je je). De hecho, no nos podemos entender como vivos sin saber que algún día vamos a morir; estamos desahuciados desde el momento en que nacemos.
    Religión, Reencarnación, la esperanza de un mas allá… todo suena a pretextos baratos de un adolescente desesperado marcando a media noche a sus padres, inventando mil excusas para poder quedarse un rato mas en una fiesta.
    En fin, creo que la vida sería muy aburrida si fuéramos inmortales.

    ResponderEliminar
  2. No creo. Highlander tuvo muchas excelentes aventuras dentro de su immortalidad. El Dr. Who tambien rifa (aunque creo que solo tiene 13 vidas).

    ResponderEliminar